6 de noviembre de 2009

LAS CUATRO ESPOSAS


¡Hola amigos y compañeros en el camino de la vida!

Voy a contaros un cuento:
Había una vez un hombre que tenía cuatro esposas. El médico, despues de un reconocimiento, le dijo que tenía que darle una mala noticia: estaba mortalmente enfermo y le quedaban solo unos meses de vida.

Su cuarta esposa se llamaba CUERPO. El la amaba más que a todas las demás. La complacía en todo lo que pedía. La adornaba con las más ricas vestiduras y procuraba que su belleza resaltara por encima de todos.

- CUERPO, esposa mía, me estoy muriendo. Te he mimado, te he dado todos los placeres que me solicitabas; he estado siempre pendiente de tus deseos ¿Quisieras pasar conmigo los últimos momentos de mi vida y acompañarme en la transición?

- ¡Ni lo pienses ¡ Yo no quiero saber nada de tu enfermedad- sin decir palabra se alejó.

Quería mucho a su tercera esposa, se llamaba PROPIEDAD. La exhibía orgulloso ante los demás. Se vanagloriaba de haberla conquistado con su esfuerzo y tesón. Pensaba que con ella había encontrado la felicidad.

- PROPIEDAD, esposa mía, me estoy muriendo. Te he dado toda mi vida. He hecho de ti mi ídolo. He engañado y mentido a los demás para conseguirte y protegerte ¿Quisieras pasar conmigo los últimos momentos de mi vida y acompañarme en la transición?


¡No! –contestó la tercera esposa- La vida es demasiado corta para desperdiciarla cuidándote. Además yo soy libre y me debo a todos los que me quieran tener. En cuanto faltes te abandonaré y me iré con otros hombres que sepan apreciarme. Y después de estas palabras le abandonó.

También amaba mucho a su segunda esposa. Se llamaba AMISTAD. Siempre le había ayudado en los momentos difíciles. Había sido su confidente en los buenos y malos momentos, considerada y paciente.

- AMISTAD, esposa mía, me estoy muriendo. Siempre has estado conmigo ayudándome y apoyándome ¿Quisieras pasar conmigo los últimos momentos de mi vida y acompañarme en la transición?

- Ya me gustaría, esposo mío, pero esta etapa la tienes que hacer en soledad. Pero tendrás el funeral que te mereces y te recordaré siempre.

El hombre estaba abrumado, todos le habían abandonado. A él, que siempre las había cuidado y protegido. Había dado su vida por ellas y ahora estaba solo y desamparado.
Comenzó a sollozar. De pronto… se oyó una voz, casi un susurro:

- “Yo me iré contigo y no te abandonaré nunca”

Era la voz de su primera esposa, se llamaba ALMA. Se había olvidado de ella. Había sido una leal compañera y le había amado profundamente. Pero él no la amaba. No la había tenido en consideración y ahora era la única que estaba en su soledad.

Había despreciado sus consejos y solo tenía ojos para sus otras tres esposas.

La dulce mirada de su ALMA se posó en los entristecidos ojos del esposo, y sus delicadas manos atrajeron hacía ella la cabeza del hombre, posándola suavemente en su regazo.

“Duerme, amado mío, el sueño de la vida y caminemos juntos hacía la inmortalidad, acompañados con la divina música de las esferas”

Con mis mejores deseos de Paz Profunda
Sagoan