5 de febrero de 2010

EL CUENTO DEL ELEFANTE



¡Hola amigos y compañeros en el camino de la Vida!


En la civilización en la que hemos decidido venir a completar nuestras experiencias, las imposiciones, los dogmas, las prohibiciones, los miedos y las modas, nos aprietan tanto, que hay momentos en los que nos sentimos tan asfixiados y angustiados, que no somos conscientes del poder que poseemos en nuestro interior.
Solo el conocimiento de nosotros mismos nos hará libres de las ataduras, implantes y chantajes emocionales con los que nos manipula la sociedad, a través de los medios de comunicación, para reconvertirnos en trabajadores esclavos.


Recuerdo el cuento del elefante. En un circo, un enorme elefante adulto tenía atada su enorme pata a una cadena, cuyo extremo terminaba en una simple estaca clavada en el suelo.
El enorme elefante andaba nervioso de un lado para otro hasta lo que le daba de sí la cadena. Lo soltaban, con libertad vigilada, para ir a trabajar y, si había conseguido un buen rendimiento en el trabajo y había entretenido al público, le pagaban con arreglo y sustento para luego volverlo a encadenar a la estaca.
¿Cómo un animal de esas dimensiones y peso, capaz de arrancar un árbol de cuajo, podía estar sujeto con esa atadura tan endeble? ¿Cómo no se liberaba, con una sola patada, de lo que le impedía la libertad?
Es fácil y triste de explicar. Nada más nacer, al elefantito lo ataron con esa cadena a esa pequeña estaca. Lo desataban y lo entrenaban para ser un elefantito de bien, lo mimaban y cuidaban con esmero si aceptaba las normas que le imponían, para luego volver a atarlo.
Alguna vez el elefantito quería rebelarse y saborear la libertad por sí mismo e intentaba soltarse de la cadena, pero su cuerpo tan pequeño no tenía la fuerza suficiente para arrancar la estaca. Además cuando intentaba soltarse lo castigaban.
Lo intentó día tras día. No podía arrancar la estaca del suelo. Al fin después de muchos esfuerzos, se dio por vencido. No podía arrancar sus ataduras.
El elefantito fue creciendo hasta convertirse en un elefante adulto, de varias toneladas de peso. Seguía atado a la misma cadena y a la misma estaca. Si no había podido soltarse… ¿Porqué volver a intentarlo? Además le daban bien de comer a cambio de su trabajo. Se entretenía en su tiempo libre viendo como vivía la gente a su alrededor, y se conformaba sintiendo que otros estaban peor que él.
Pero un día soñó con la libertad. Al despertar al día siguiente empezó a pensar y a darse cuenta de su pobre vida. De una patada rompió la cadena y eliminó sus ataduras. Pero cuando se reeducó, no rompió con el contrato, sino que ayudó a los demás elefantes del circo a romper sus cadenas y sembrar la esperanza de la libertad.
Como dice el refrán “A buen entendedor, con pocas palabras basta”
Con mis mejores deseos de Paz Profunda.
Sagoan