Todos los seres humanos aspiramos a conquistar la felicidad.
Hemos puesto muchas etiquetas, muchas definiciones.
La hemos envuelto en papeles de colores, de regalo, de consumo, de psicología, de religión, de filosofía.
La hemos buscado como si tuviéramos que alcanzarla, luchar o matar por ella. Pensando que haciendo determinadas cosas, en un futuro, adquiriríamos la felicidad, como un título más a los que estamos tan acostumbrados.
Asociamos la felicidad a una buena casa, a un buen coche, a la salud, a la lotería, a la suerte, al bienestar económico, al cariño, a la amistad, al estado del tiempo, a la astrología, a la numerología, a la religión, a la espiritualidad, a la… etc...
Llevamos miles de años pensando así, pero ¿Somos felices?
La felicidad es indefinible y aunque lo fuera ¿que vamos a hacer con la definición?
Es un estado de conciencia. Se es feliz o no se es feliz.
La felicidad sin definición no está en el pasado, que ya no existe, ni en un futuro indeterminado que está por llegar.
No está fuera de nosotros, no estamos separados de ella.
Está en nuestro interior y es independiente de cualquier cosa externa.
Es un estado de quietud interior.
Es un estado de conciencia.
Está presente en todo momento alrededor nuestro.
¡Ah y es contagiosa!
Si nos autoobservamos, si entramos en la profundidad de nuestros propios pensamientos ,vemos que están llenos de deseos, de anhelos insatisfechos, ansias de cambiar las cosas, revisando el pasado, haciendo películas con el futuro, apegándonos a las cosas, envidiando, manteniendo nuestros rencores.
Siempre en constante y agitado movimiento mental.
No dejamos espacio para que nuestro ser interior se sienta tranquilo y disfrute; sin pensar en el pasado, ni en el futuro, sin querer cambiar nada de nuestra vida.
Simplemente observando todo lo que hay a nuestro alrededor, experimentando en el presente la alegría de estar vivo y unificándonos con todo, llegaremos a ese punto de quietud donde nace la felicidad.
Esos momentos de vivencia en el presente y en armonía con todas las cosas es felicidad.
Esos momentos de vivencia en el presente y en armonía con todas las cosas es felicidad.
Pero dentro de nosotros existen las fuerzas evolutivas que nos impulsan al cambio, a buscar nuevos horizontes y a la realización personal.
La resultante de estos dos vectores, quietud y movimiento nos dará origen al equilibrio.
Pero este equilibrio siempre tiene que estar "activo en el presente".
Ambas fuerzas son importantes, una nos hace experimentar el estar vivo, la armonía con el cosmos, el formar parte del universo y la aceptación de las cosas y la otra fuerza que nos impulsa al cambio y a la superación.
El equilibrio entre las dos fuerzas hará que nuestro río de la vida circule en calma.
Es la forma de lograr que esos momentos de equilibrio interior que sentimos momentáneamente puedan ser controlados para hacerlos permanentes en nuestro nivel de conciencia.
Cada vez que comparamos, separamos y esto nos crea angustia e infelicidad.
Le preguntamos al espejo ¿Qué es más importante el continente o el contenido, el vacio o el no vacio, el agua o el vaso?
El espejo nos devuelve nuestra mirada con cierta compasión.
El espejo nos devuelve nuestra mirada con cierta compasión.
Así todo, nos contesta a nuestra pregunta:
En el vaso se recrea la importancia del continente, de su estructura preparada para contener. Solo su estructura de cristal no basta, no es importante por sí sola; si su superficie fuese totalmente plana no podría contener. Pero si su estructura cristalina se curvara y formase un vacio, un vaso, con esa misma estructura y con forma adecuada podría sustentar el contenido.
En el vaso se recrea la importancia del continente, de su estructura preparada para contener. Solo su estructura de cristal no basta, no es importante por sí sola; si su superficie fuese totalmente plana no podría contener. Pero si su estructura cristalina se curvara y formase un vacio, un vaso, con esa misma estructura y con forma adecuada podría sustentar el contenido.
El vacio basa su importancia en el potencial de contener muchas variedades de contenido.
El continente no se define solo por su contenido sino por su potencial de contener.
El contenido necesita el vacio del continente para reposar su estructura y adquiriendo la forma del vacio se ajusta a él.
Igual es la felicidad. Si queremos que aparezca y crezca tendremos que crear dentro de nosotros el vacio y la forma para que la felicidad anide en el y se expanda dentro de nosotros.
El vacio lo lograremos trabajando en nuestras partes oscuras de la conciencia, en nuestra parte mental, emocional, instintivo- sexual y motriz.
“ La arcilla se modela para formar una olla … pero lo útil de la olla es lo que no es … su vacío es lo que importa … Por eso cuanto más grande es tu vacío más caudal podrás cargar en él … Vacíate para luego poder llenarte de la Esencia Trascendente…" Tao Te King
Con mis mejores deseos de Paz Profunda
Sagoan