30 de abril de 2009

LA PIEDRA DE SAGOAN - CAPITULO IV


HICE UN LARGO Y PENOSO CAMINO, PARA COMPRENDER QUE SOY UN POCO MÁS LIBRE CUANDO DOY Y UN POCO MÁS ESCLAVO CUANDO RECIBO.


CAPITULO IV
-FA-


ANULA tus defectos.

TRANSFORMA tus impresiones.

MODIFICA tus circunstancias.

Este es el nuevo TRABAJO que te encomiendo.


No seas un traidor como Judas, vendiendo tu esencia, tus convicciones, tus sentimientos por unas monedas, por poder, por apariencias y por placer.


No entrones a Pilatos, rey de la justificación, para que tu mente no pueda lavarse las manos de tus acciones, de tus errores, de la humanidad que te rodea.


Vence a Caifás, señor de la mala voluntad, para que no pueda manipular ni engañar buscando tu propio beneficio.


A lo largo de tu historia ha habido guerras de ideas para implantar una filosofía, una religión o una forma de gobernar por la fuerza.

Habéis buscado la forma exterior sin preocuparos de lo que decía vuestro interior.

¿Es muy importante para ti que otra persona no tenga tu misma opinión?

¿Necesitas que te comprendan?

¿Tienes la necesidad que los demás te valoren?

¿Te asusta la soledad?

¿Te sientes orgulloso de lo que has conseguido "por ti mismo", o a veces por los demás, y lo defiendes con uñas y dientes, presumiendo de ello?

¿Atesoras bienes para cubrir tu inseguridad en un futuro?

¿Envidias a los que tienen mejor posición que tú dentro de la colectividad?

¿Das rienda suelta al caballo de tu ira cuando las circunstancias se oponen a lo que deseas?

¿Forma parte de tu vida el buen comer y el buen beber?

¿Dejas que la pasión, el goce sexual, te domine?

¿Hospedas en la cuneta de tu camino el trabajo interior para cuando tengas tiempo y estés menos ocupado con tu mundo material?


Sago-an, ¿Te das cuenta la cantidad de necesidades con las que tienes que vivir?


No comprendo como teniendo que dar satisfacción a tantas necesidades que tienes que cubrir y sintiendo frustración por aquellas que no puedes satisfacer, te agarres tanto a la vida material y tengas tanto miedo a la muerte.


Tampoco entiendo una sociedad como la vuestra, basada en que unos produzcan intensivamente estas "necesidades" y a la vez se alimenten de las mismas frustraciones.


Empleas más energía en alimentar esas necesidades que en eliminarlas.

Veo en tu rostro la imagen de la tristeza.

No es mi intención que sientas pena de ti mismo y que te hagas la victima, pues esa es otra forma que tiene la mente para justificar tus acciones.

En todo laberinto hay una salida, pero hace falta encontrar el camino.

Esas necesidades, apegos, defectos son los obstáculos de tu felicidad.

Ellos te hacen ser como la liebre que corre y corre tras la zanahoria que lleva atada a su cuerpo sin poder jamás alcanzarla.

La liebre podrá controlar su carrera, incluso se podrá parar, pero su instinto la llevará más pronto o más tarde a seguir corriendo para alcanzarla.

Con el control mental podemos eliminar el efecto pero no la causa.

La única forma es eliminar la zanahoria, arrojándola lejos.

Dentro de vosotros están los siete capitanes con sus legiones de esbirros que organizan vuestra vida mecánica, de ensoñación, subjetiva, que os impide ver la verdadera realidad.

¿Cuantas veces has envidiado a tus amigos, a tus vecinos o a tus familiares más próximos por su nivel de vida, por su felicidad o por su buena suerte?

Pero solo has reparado en las cosas buenas que le suceden ¿Y las desgracias? ¿Y los esfuerzos para conseguirlo?

No, solamente los envidias.

Olvidas tu vida y añoras la de los demás.

Vives el sueño de ser como el otro y rechazas ser tu mismo.

Si trabajas la envidia te encontrarás a ti, con tus facultades y también con tus limitaciones.

Si consiguieras lo que envidias de otros es posible que fueras menos feliz de lo que ahora eres, pues esas circunstancias no te corresponden.

La mejor manera de perder tu vida es seguir pensando, erróneamente, que si tuvieras esto o aquello, harías esto o lo otro.


No envidies lo que no tienes.

Valora lo que tienes y hazlo crecer.

Es más fácil construir sueños que edificar realidades.

Pero si no quieres engañarte trabaja en lo real


Había una vez un hombre muy pobre que tenía un vecino muy rico. La envidia le corroía.

¡Si yo tuviera lo que mi vecino haría...! Tendría muchos criados que estarían de pie ante mi mesa toda llena de los mejores manjares.

Invitaría a ella a mis amigos para que me envidiasen. Les enseñaría todo de lo que dispongo, mis joyas, mis ropas, mis coches...

A mi vecino lo trataría de igual a igual y despreciaría su dinero.

Y así el pobre-pobre dejaba pasar los años, con sus pobres sueños, con su pobre vida y con sus pobres esperanzas.

Un buen día acertó a pasar por allí una anciana, muy delgada, con ojos pequeños, montada en un asno.

Con una mueca de sonrisa en sus labios finos le dijo: pídeme lo que quieras, te lo daré, pero tú a cambio me darás tu voluntad.

El pobre-pobre, se convirtió de la noche a la mañana siguiente en el pobre-rico.

Se encontró vestido con ricas ropas delante de una rica mesa con ricos manjares. Rodeado de una docena de criados ricamente ataviados.

Se encontraba incómodo con esos ropajes que le apretaban el cuerpo y no le dejaban respirar.

Los pies acostumbrados a la desnudez le hacían daño con aquellos zapatos que limitaban su libertad.

Los cubiertos no sabía utilizarlos, se le caían al suelo.

Los criados se mofaban de su vulgaridad.

Los amigos que invitó a su mesa le reían las gracias a la vez que le pedían favores. Los oía cuchichear de él.


El pobre-rico abandonó su pobre riqueza.

Sus pobres-ricos amigos.

Su pobre-rica vida.

Decidió convertirse en el amigo de sus ricos-pobres amigos y cuidar del crecimiento de su rica-pobre vida.


Paz Profunda

Sagoan

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