27 de febrero de 2013

EL DESAPEGO...



El desapego no es desamor. El desapego es tener nuestra libertad, permitiendo también ser libres a quienes amamos.

El desapego no es abandono, por el contrario, es un acto de amor incondicional.
Quien ama verdaderamente, deja libre al otro.
Hay ciertos lazos que nos atan, privando de libertad, y por tanto impidiendo a las personas su evolución como almas únicas e individuales.

El desapego  es no quedar ligado a las cosas materiales de la vida, un trabajo, una relación, una ciudad, una situación cualquiera.

El desapego no significa que tengamos que ser pobres y sin amor, que abandonemos a nuestras familias y nos quedemos sin casas, afectos y pertenencias; por el contrario, la abundancia existe en el universo para todos, aunque algunos hombres pierdan su oportunidad dedicando sus vidas a acaparar todo lo que pasa por sus manos y su mente.
Esta posesión y control de bienes y personas, sean hijos, pareja, amigos o cualquier otro vínculo, es lo que se llama apego a las cosas materiales de este mundo.
Y muchas veces este control y posesividad se hace tan excesivo, que la persona no puede mirar si no es detrás de este cristal. Es decir, todo lo que se ve es mirado con los ojos calculadores de la materia y la conveniencia.
Detrás de esta posesividad, de objetos o personas, se anidan generalmente el temor y la desconfianza, ambas características que alejan del Amor Universal. 
El desapego no es fácil. Es otra manera de aprender que somos más que un mero cuerpo físico.
Es una manera de darnos cuenta de que también existimos en otros planos más sutiles.
El desapego se puede aprender de diferentes maneras, pero una de las más frecuentes e ineludibles es la muerte de un ser querido.

Lo que llamamos "muerte", nos permite iniciarnos en el desapego. No podemos ver al ser querido, y el hecho de que este siga existiendo en otro plano, hace que desarrollemos un estado de amor diferente, el amor incondicional, por ser un amor en el que no contamos con el otro físicamente, pero sin embargo, seguimos sintiendo su "viva" presencia y compañía.

El amor incondicional se desarrolla con el desapego. No es "querer", sino "amar". "Yo quiero" expresa pertenencia, sentido de propiedad, control; por lo tanto, apego.
El Amor va más allá, no tiene fronteras, es impersonal, es por el bien y la felicidad del otro, no por el propio bienestar.

Aprender el desapego mientras vivimos, nos permitirá entre otras cosas, hacer un pasaje más fácil cuando abandonemos nuestro cuerpo físico, para pasar a otro tipo de vida.

Hay muchas personas que luego de desaparecidas del plano físico, no pueden pasar al otro plano, quedan atrapadas en un lugar intermedio, que no es estar ni aquí ni allá.
La tradición las llama "almas errantes" estas almas desencarnadas no se dan cuenta de que han " muerto ", y quieren seguir participando de la vida de los " vivos ",  de los que dejaron en este otro plano dimensional.

El desapego permite partir hacia otro plano más elevado, al plano de la luz, donde la paz es permanente y se vive en un presente continuo de calma y plenitud. Ese estado que describen muchos que han vuelto de la " muerte " y han pasado por el túnel o el portal que los lleva hasta la luz.

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